La ecografía confirmó todo. Al
principio tenía mucho miedo de lo que podía ver u oir;
honestamente, el riesgo de que algo estuviera mal era lo que más me
preocupaba.
La enfermera mencionó mi nombre, me
puse de pie y caminé hasta estar frente a ella. Me sonrió y me hizo
pasar al box en donde haríamos el procedimiento. Encendieron la
pantalla y esperé.
Al principio la imagen no era muy
nítida, pero yo te vi de inmediato. Estabas ahí, en una pequeña
bolsita que te protege, en posición de estar durmiendo plácidamente.
En ese momento entendí cuando dicen
que “el mundo se detuvo” -si, perdón, sé que piensas que es
cliché, pero es la única frase que realmente lo transmite-.
Estaba todo bien, y eso es lo único
que importa.